La señora de negro
M
uchas señoras en el rancho veían siempre aparecerse a una señora vestida de negro. La miraban que subía y bajaba por El Barrial, lugar que conduce al pueblo de Naranjillos. Cada vez que le hablaban, nunca contestaba, por lo que la gente creía que era muda, hasta que un día supieron que se trataba de una alma que andaba penando, porque su hija se había juntado con un hombre casado.
Esto lo descubrió la muchacha, quien no creía en las personas que habían visto a su mamá. En una ocasión cuando iba de camino al Barrial, divisó a su madre que caminaba desesperada, sucia de lodo, con el pelo revuelto y llore que llore. Desde entonces, la chica dejó de vivir con el señor casado y se dedicó a cuidar a sus hermanos más pequeños.
La llorona y la sonámbula
E
n Naolinco vivía una muchacha sonámbula, como a doscientos metros de una fuente, donde antes se hallaba una capilla, y de donde hasta hoy la gente acostumbra ir a traer agua para tomar.
Cerca del palacio municipal, a tres cuadras arriba, hacia la derecha, entra una callecita que va a salir a la fuente, en la que algunas noches se veía aparecer a la llorona. Pero me platicaban que a veces las personas dudaban, si se trataba de una verdadera aparición, porque en algunas ocasiones creían ver a la auténtica llorona y en otras, a una chica que, siendo sonámbula, salía de su casa por las noches y se iba a sentar a la fuente. Entonces el pueblo decía:
-Anoche no iba la llorona, era la jovencita.
-Y antenoche sí era la llorona, porque la escuchamos llamar a su hijo.
Un señor llamado Cárcamo, que vivía cerca del manantial, aseguraba que sí había visto la llorona ahí, porque la había oído gritar, cosa que la sonámbula no hacía, ya que de ser así, ella misma se hubiera despertado.