Xalapa, Ver-. El cambio religioso deriva de una transformación social importante en las poblaciones de América Latina, especialmente en los sectores populares, ocasionado por la crisis social y cultural, y del monopolio de la iglesia católica que se ha ido perdiendo, expuso Hedilberto Aguilar de la Cruz, doctor en Estudios Latinoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
“El protestantismo de hace cinco siglos es muy distinto al de hoy en día, actualmente tenemos muchas iglesias”, expresó durante la ponencia que, a invitación del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales (IIH-S) de la Universidad Veracruzana (UV), dictó en el Auditorio “Gonzalo Aguirre Beltrán” de esta entidad.
Al abordar el tema “Evangélicos y política en América Latina”, el especialista, quien realiza una estancia postdoctoral en la Universidad Arturo Prat, en Chile, señaló que los evangélicos no son un grupo homogéneo sino bastante heterogéneo, principalmente distribuido entre los sectores marginales de la población.
De acuerdo con encuestas hechas a nivel continental, los países con más crisis social, política y económica tienen una tasa más alta de crecimiento protestante: Honduras tiene 44%; seguido de Guatemala, El Salvador, Nicaragua y Panamá. México tiene 20%.
Con base en dichas encuestas, se infiere que los católicos han decrecido a lo largo del continente, debido a que esa religión ya no responde a sus necesidades sociales, lo cual se asocia a las crisis de vocación y por no enjuiciar a los sacerdotes pederastas, entre otras razones.
Explicó que el origen del protestantismo se asocia al ministro alemán Martín Lutero, con la Reforma Protestante, en 1517, a quien se le juzgó acusándolo de hereje por reclamarle al papado y a la jerarquía eclesiástica que debía haber una reforma de la iglesia.
De ahí surgen las tendencias protestantes, de las cuales vienen las evangélicas. Los grupos más conocidos son: los luteranos, metodistas, presbiterianos y bautistas, reconocidos como históricos por su origen en los siglos XVI al XVIII.
A México llegaron en el siglo XIX y empezaron su obra evangelizadora por medio de escuelas y hospitales.
Posteriormente, en el siglo XX surgieron los pentecostales y las iglesias autóctonas, que llegaron a nuestro país por medio de los braseros, es decir, los mexicanos que estaban trabajando en Estados Unidos a principios de ese periodo, y regresaron a evangelizar.
Finalmente, los neopentecostales son una combinación de las anteriores, una forma de pentecostalismo más matizado para clase media que busca el ascenso social y dio impulso a la idea de inmiscuirse en la política, no como creyentes, sino como grupo.
“Tenemos distintos fenómenos del protestantismo”, dijo. Por ejemplo, los históricos se caracterizan por ser iglesias confesionales, de origen más anglosajón, especialistas formados en seminarios (sería lo más parecido a la Iglesia católica), situados en clases medias tradicionales, liberales, y ciertos pueblos indígenas; su liturgia es de tipo europea (órgano y coro).
El pentecostalismo tiene una liturgia catártica y terapéutica, es decir, hacen mucho ruido, oran con gritos, hay ritos de sanidad donde practican la glosolalia, fenómeno donde no se entiende lo que dicen las personas; apela mucho a las necesidades inmediatas de la población, por eso crecen mucho en las periferias de las ciudades”.
La expresión litúrgica de los neopentecostales es más de concierto y motivación, con técnicas de comunicación basadas en los medios: radio, televisión, y desde ahí influyen en los otros evangélicos para que participen en lo político, o en la política institucional junto con ellos.
En la ponencia moderada por Malik Tahar, del IIH-S, y ante la pregunta de que si el protestantismo es opresor o liberador, dijo que eso depende del lugar de la sociedad en que se encuentre el sujeto.
Pueden ser feministas en la búsqueda del voto y liberación de las mujeres, pero también existen quienes se oponen a los derechos sexuales y reproductivos. Los hay civilizatorios, como el de un misionero que viste y da de comer a un indígena con el fin de cristianizarlo.
“No hay protestantismo más o menos, sino que tiene sus matices dependiendo de dónde estén situados los sujetos sociales, tal como en otros fenómenos.”